Nos preocupa el mundo que dejaremos a las siguientes generaciones. Tenemos tanta tarea por delante para conseguir una economía netzero, es decir dejar de emitir dióxido de carbono, que cada minuto perdido es imperdonable. Nuestro Gobierno y la Unión Europea en el marco estratégico consideran que el hidrogeno verde, producido a partir de agua y de electricidad de fuentes renovables, es una de las vías principales a transitar por el Plan España Puede que guiará la ejecución de 72.000 millones de euros de fondos europeos hasta 2026. La oportunidad socioeconómica ante nosotros es histórica. Y nuestra capacidad de liderar el desarrollo europeo en la conversión a una economía que no contribuye al calentamiento global es real por nuestras condiciones climáticas. España es un país líder en energías renovables solares y eólicas, tiene talento humano y empresas tecnológicas de primer nivel.
Hoy en día la catarata de novedades de proyectos públicos y privados en torno a este nuevo combustible se suceden casi a cada hora. Tenemos (y esto no debiera parecernos sorprendente) hasta un plan nacional de actuación en este campo, la Hoja de Ruta del Hidrógeno, liderada por el Centro Nacional del H2, en la que, entre otros aspectos, fija el objetivo de alcanzar, hacia el año 2030, entre 5.000 y 7.500 vehículos ligeros y pesados para transporte de mercancías. Esa será la primera fase: el transporte terrestre. Las previsiones son que los sectores marítimo y aéreo se hidrógeno para propulsar, no más allá del año 2035, vuelos internacionales con apara- tos capaces de albergar hasta 200 personas o grandes cruceros turísticos.
Tal vez en esto nos hemos adelantado a otros países europeos definiendo objetivos retadores, que el Ejecutivo impulsará destinando 1.500 millones de euros entre 2021 y 2023 con cargo al fondo europeo de recuperación.
En un futuro próximo, el hidrogeno servirá para almacenar la energía verde que no se usa para evitar su pérdida. Cuando hay viento, se conectan los aerogeneradores y se genera electricidad. Pero si la red no necesita más, se pierde. Y lo mismo con la energía solar. Este método supone una ventaja extra: no solo sirve para generar electricidad después, a través de pilas de combustible, sino que tiene otros usos en procesos industriales para sustituir a los derivados de petróleo en varias industrias (química, fertilizantes, biocombustibles…). Por tanto, una de las consignas a resolver es el desarrollo de capacidades de almacenamiento de la energía verde en forma de hidrógeno, al ser este un gas con una densidad muy baja que ocupa gran volumen y que requiere compresión a altas presiones para su almacenamiento y uso en la movilidad sostenible. Para ello, se pueden aprovechar tecnologías de compresión punteras desarrolladas en otros sectores, como el alimentario, donde en Hiperbaric somos líderes mundiales con una cuota de mercado del 60%, para comprimir hidrógeno y almacenarlo en las hidrogeneras, como la de Puertollano, punto neurálgico de la investigación en el campo de la movilidad sostenible.
Si queremos conseguir el objetivo marcado en el Acuerdo de París de alcanzar cero emisiones en 2050, existen las condiciones para propiciar el despegue definitivo del hidrógeno verde. Si en conciencia queremos dejar un mundo mejor a nuestros hijos, las oportunidades que ofrece el hidrogeno verde son parte de la solución y por eso debemos acelerar los esfuerzos para su producción y uso.