El hidrógeno verde no emite gases efecto invernadero a la atmósfera y está llamado a protagonizar la revolución energética del futuro. Pero su producción aún es muy costosa y la tecnología no está suficientemente desarrollada. Desde Bruselas proyectan cuantiosas ayudas para impulsarlo y el Gobierno español se ha comprometido a destinar hasta 1.550 millones de euros para su desarrollo. Al amparo de las promesas de dinero público, los primeros proyectos comienzan a vislumbrarse. En Galicia, tres grandes eléctricas —Endesa, Naturgy e Iberdrola— han anunciado ya su intención de construir plantas para producir este gas. Además la Xunta, junto a Reganosa, incluye una cuarta instalación como uno de los proyectos estrella para optar a los fondos europeos de recuperación tras la pandemia del coronavirus, los denominados Next Generation.
Ya en 1843 Sir Willian Grove fue capaz de fabricar la primera pila de hidrógeno, pero esta fuente energética nunca acabó de despegar. Aún así, como combustible se usa desde hace tiempo. Para producirlo es necesario un proceso químico denominado electrólisis. El método utiliza una corriente eléctrica para separar el hidrógeno del oxígeno que hay en el agua. Pero hasta ahora la electricidad utilizada – normalmente gas fósil- producía gran cantidad de gases responsables del cambio climático. El reto pasa por sustituir esta fuente contaminante por energías renovables, como la eólica o la solar, de modo que todo el proceso esté libre de emisiones de dióxido de carbono. Se trata de cambiar el hidrógeno gris por el hidrógeno verde.
El hidrógeno verde no emite gases efecto invernadero a la atmósfera y está llamado a encabezar la revolución energética. Por el momento uno de los grandes handicaps sigue siendo el precio. «A día de hoy generar en España un kilo de hidrógeno verde cuesta unos 4,5 euros mientras que el gris está en 1,5», explica el fenés Javier Maceiras, responsable de desarrollo de proyectos de hidrógeno verde en Endesa. La eléctrica ha comunicado ya al Ministerio de Transición Ecológica su interés por impulsar 23 proyectos en España. Uno de ellos, el más avanzado, se situaría en As Pontes, donde la compañía ha iniciado el proceso de cierre de la central de carbón. «No nos planteamos irnos del entorno sino cambiar el modelo de negocio», indica Maceiras.
El hidrógeno verde destinado a la industria
Aunque el hidrógeno verde puede convertirse en electricidad que llegue a las viviendas o usarse como combustible en vehículos, por el momento Endesa no contempla estas alternativas. «Para generar un kilo de hidrógeno verde, con el que un coche podría recorrer 100 kilómetros, se necesitan 50 kilovatios/hora de electricidad. Con esa misma cantidad de energía un coche eléctrico puede andar ya 200 kilómetros», ejemplifica Maceiras. El combustible que saldrá de la planta de As Pontes se destinará fundamentalmente a la industria. Fábricas como los altos hornos de acero, las cementeras o las empresas de cerámica necesitan un gran aporte de energía calorífica en sus procesos industriales y no consiguen obtenerlo por medio de la electrificación. Este tipo de factorías continúan siendo muy contaminantes, porque «aunque quieran descarbonizarse no hay otra alternativa en el mercado», indica Maceiras. El combustible del futuro las ayudaría a limitar sus emisiones de CO2. Y aunque el hidrógeno verde es caro, comprar los derechos de emisión de dióxido de carbono en el mercado también es muy costoso.
«El hidrógeno verde es el reto más formidable que he visto en mi ya larga carrera profesional en el sector de la energía», apuntó esta semana el delegado de Iberdrola en la Comunidad gallega, Francisco Silva, en un webinar sobre esta nueva fuente energética organizado por el Cluster de Energías Renovables de Galicia. El encuentro telemático sirvió para presentar el proyecto de la eléctrica para Galicia. Como en el caso de Endesa, la energía producida se destinará también a la industria. Iberdrola trabaja mano a mano con la química Foresa, situada en Caldas de Reis. En sus instalaciones proyectan una planta de hidrógeno verde de 20 megavatios (ampliables a 200). Hasta ahora Foresa tiene que importar metanol para poder fabricar colas y resinas que se utilizan fundamentalmente en los tableros de madera. El plan pasa por producir este compuesto en sus instalaciones y hacerlo minimizando las emisiones contaminantes de CO2 gracias al hidrógeno verde. «En 2019, la península Ibérica importó 277.000 toneladas de metanol de origen fósil», explicó en el webinar Luis Alberto Otero, coordinador de producción de Foresa. «Se usa en múltiples procesos y nuestra intención es producir 10.000 toneladas escalables hasta las 100.000», subrayó. La inversión inicial sería de 82 millones de euros y para desarrollar el complejo ya han pedido ayudas públicas con cargo a los fondos Next Generation. La estrategia de Iberdrola para desarrollar esta nueva fuente energética pasa por «detectar una necesidad muy focalizada y poner el hidrógeno cerca de la empresa que lo necesite», explicó en el webinar Adolfo Ribera, responsable de proyectos de hidrógeno de Iberdrola. A finales de este año, la eléctrica pondrá en mar- cha su primera instalación en Puerto Llano para BP Fertiberia. Iberdrola apuesta también por usar este combustible para vehículos pesados y ya desarrolla un proyecto para los auto- buses de Barcelona. En este campo, «estamos viendo posibilidades para Galicia», explicó Ribera.
Plantas de hidrógeno verde en Galicia
Naturgy, que ya ha desconectado la central de carbón de Meirama (Cerceda) también piensa en construir otra planta de hidrógeno verde en esos terrenos. El presidente de la eléctrica, Francisco Reynés, lo anunciaba el pasado noviembre en una jornada organizada por el Ministerio de Transición Ecológica. La idea es instalar 50 megavatios de potencia. En el foro Reynés ya advertía que «para hacer que el hidrógeno sea competitivo, los elementos a tener en cuenta son el coste eléctrico y el marco regulatorio». Naturgy cuenta con otro proyecto , que se situaría en La Robla (León).
La posible cuarta planta de hidrógeno verde de Galicia se plantea también para As Pontes, como la de Endesa. Impulsada por la Consellería de Industria con la colaboración de Reganosa es uno de los proyectos tractores con los que intentar impulsar la economía gallega tras la pandemia del coronavirus gracias a los fondos europeos. «El hidrógeno verde es el combustible del futuro: 100% sostenible, no emite gases contaminantes, es almacenable y permite el aprovechamiento del excedente de las renovables, es versátil y también transportable», destaca el departamento que dirige Francisco Conde. La instalación de As Pontes tendría una potencia de 50 megavatios ampliables hasta 100. Pero el plan de la Xunta es aún más ambicioso y pretende apoyar la instalación de más plantas de hidrógeno verde en Galicia para «promover su uso en la industria, el transporte e inyectarlo a la red gallega de gaseoductos». El Gobierno gallego tiene abierto un proceso de manifestación de interés para que las empresas que quieran desarrollar esta nueva tecnología tanto en la instalación de plantas como en otras actividades asociadas de investigación o mejora de las tecnologías existentesse lo comuniquen.
Hace unos meses el Gobierno es- pañol abrió una convocatoria similar a la que se presentaron 502 proyectos, entre ellos la propuesta de la Xunta y los que plantean las eléctricas para Galicia. No todos saldrán adelante, pero gracias a los distintos mecanis- mos de financiación europea, el Go- bierno español promete 1.550 millo- nes de euros para apoyarlos.
40 gw: La UE a pretende que en 2030 haya 40 gigavatios de potencia instalada con hidrógeno verde. España se ha fijado el objetivo de llegar al 10% de esta cantidad con 4 gigas . Ya en el año 2024 se prevé la instalación de los primeros 6 gigas en la UE.
11,5 gigas: Según los datos del Instituto Enerxético de Galicia, en 2020 la Comunidad tenía instalada una potencia de generación eléctrica de 11,5 gigas entre fuentes renovables y no renovables.
25%: España pretende que en el año 2030 el 25% del consumo de la industria se realice con hidrógeno verde, que haya entre 100 y 150 hidrogeneras donde puedan acudir a repostar los entre 5.000 y 7.500 vehículos. El objetivo es reducir en 4,6 millones las toneladas de C02.